Ver un cuadro por primera vez
y sentir que hay algo especial.
Que te evoca un recuero de antaño,
que te trae al presente de golpe.
Sentir que en cada pincelada del autor.
Dio forma a tu alegría por un segundo.
Que te hizo volver a esbozar una sonrisa
al ver un rostro ahí que no reconoces.
Pero que si lo miras bien, es el tuyo.
Es el resumen de una obra que respira.
Con la tinta y un lienzo, que es vida.
Que es sangre y carne al mismo tiempo.